A buen seguro, todos nos hemos visto en alguna ocasión recordando un anuncio publicitario días después de visualizarlo. Esto significa que, si nos topamos nuevamente con ese producto o servicio, tendremos una buena predisposición hacia el mismo. No en vano, crear un buen recuerdo en el cliente es fundamental hoy en día, rompiendo las barreras del marketing tradicional (excesivamente genérico). Esto es lo que se conoce como marketing de contenidos virales o, simplemente, marketing viral, un conjunto de estrategias encaminadas a seducir emocionalmente a los potenciales clientes. Veamos cómo puedes articular un plan de marketing viral.
Pero ¿no lo habíamos explicado en el párrafo anterior? En realidad, no te hemos dado más que una pequeña pincelada del concepto. Es importante conocer las diferencias entre el marketing viral y el convencional, partiendo de la premisa de causar un impacto más hondo en el espectador. Las emociones suscitadas pueden ir desde el asombro hasta la curiosidad, pasando, por qué no, por la incertidumbre. Por encima de cualquier otro tipo de contenidos, los expertos coinciden en que los mensajes inspiradores son los que cosechan los mejores resultados. Lógicamente, las características del producto o servicio pueden empujar en una dirección u otra.
2. No descartes el contenido escrito
La aparición de vídeos instantáneos y la expansión de los contenidos multimedia como principales recursos publicitarios parecen haber dejado en segundo plano los textos, que son obviados por muchos profesionales. Craso error. Los estudios destacan que la mayoría de los consumidores dan mayor credibilidad a los contenidos escritos. Por supuesto, una buena campaña de marketing viral debe abogar por pequeños textos que se limiten a ampliar o complementar la información que aportan el resto de contenidos audiovisuales.
3. El valor de la imagen
En cualquier caso, no podemos relativizar la importancia de los contenidos audiovisuales, aunque solo sea por su capacidad para captar la atención de los espectadores. Algunos de los formatos más habituales son:
- Los GIF.
- Imágenes estáticas.
- Memes.
- Animaciones.
- Infografías.
Cualquiera de los formatos anteriores puede tener éxito si apuesta por abordar temas familiares pero con enfoques más innovadores o, incluso, transgresores. El humor, por ejemplo, suele dar muy buenos resultados en este sentido. Todos nos acordamos de imágenes o vídeos publicitarios que nos hicieron reír, nos engañaron con efectos ópticos o nos sorprendieron con el desenlace.
4. Una historia que contar
Enlazando, precisamente, con el último punto, no es ningún secreto que un buen hilo argumental atrapa siempre a los espectadores. Las historias tienen la ventaja de retener el interés en aquello que se está narrando hasta el final del anuncio, cumpliendo, evidentemente, ciertos límites de duración. Un relato corto y directo puede ser lo suficientemente sugestivo como para que el espectador se identifique con los valores de la marca. A partir de este momento, cualquier mensaje que esa misma empresa lance a los espectadores encontrará una mayor resonancia.
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