Skip to main content

Ambición vs. pragmatismo: ¿cuándo rechazar una DirectOrder?

¿Cómo saber si aceptar o no una DirectOrder?

Un escritor en su escritorio rodeado de papeles con una nube de pensamiento, la inspiración se le ha caído.

La bandeja de encargos de Textbroker puede presumir de ser uno de los espacios más observados de Internet. No en vano, nuestros autores, de creciente número y contrastada solvencia, la visitan asiduamente para cazar algún proyecto interesante. Sin lugar a dudas, las Direct Orders son las piezas más codiciadas por muchos motivos, como las tarifas más generosas o el mayor grado de conocimiento del cliente. No obstante, en determinadas ocasiones estos encargos se atragantan de manera frustrante. Para evitar estas situaciones, te mostramos algunos consejos para calibrar si debes hacerte cargo o no de una DirectOrder.

Los indicadores de posibles problemas

Trazando un paralelismo económico, podríamos establecer que cada DirectOrder cuenta con una prima de riesgo. Con esto nos referimos a que los autores deben ponderar una serie de parámetros objetivos que pueden ponerles sobre aviso de que ese encargo en concreto no les conviene. Estas serían las principales variables negativas:

  • La DirectOrder presenta unas instrucciones incompletas, defectuosas, poco claras o, directamente, contradictorias.
  • Las tasas de revisión y cancelación del cliente son muy elevadas.
  • El cliente no responde a nuestros mensajes o no nos facilita las aclaraciones pertinentes.

Cómo afrontar los problemas

El primer ítem es tan habitual como conflictivo. Si el cliente no tiene claro qué es lo que quiere, difícilmente un autor, por muy experimentado que sea, podrá ofrecérselo. En esta situación, el autor puede entrar en una espiral de revisiones que le exigirán más tiempo y esfuerzo de los esperados (y de los remunerados).

El segundo punto puede considerarse complementario del anterior. Una alta tasa de revisión puede indicarnos que el cliente es muy exigente… o muy indeciso. En cualquiera de los casos, podemos vernos abocados a intentar satisfacer a alguien que no se va a contentar con ningún trabajo. Si a lo anterior le sumamos un índice de cancelación elevado, los riegos aumentan exponencialmente. Eso sí, conviene considerar la posibilidad de que el cliente sea relativamente nuevo y sus experiencias con otros autores han sido negativas por culpa de los segundos.

El tercer y último apartado tampoco debería relativizarse nunca. Si nos detenemos a pensar sobre ello, ¿acaso el sentido de las DirectOrders no es crear un texto totalmente adaptado a las necesidades del cliente? Si este responde con silencio a nuestros intentos de contacto, solo nos restan dos posibilidades: jugárnosla a una carta o rechazar el encargo. Por supuesto, si el cliente responde, pero lo hace con malos modos, la recomendación más útil es la de cancelar la colaboración (en términos más respetuosos que los de nuestro interlocutor, como corresponde a buenos profesionales).

Excepciones que no truncan la regla general

Aunque los indicadores anteriores puedan causar cierta alarma, no podemos olvidar que la gran mayoría de clientes de Textbroker facilitan notablemente el trabajo de los autores (y lo valoran). Como autores, tenemos que intentar construir relaciones profesionales fluidas y satisfactorias. Ello no nos impide, como no podría ser de otro modo, descartar aquellos encargos que se intuyan tortuosos. El amor es cosa de dos.


Ningún artículo disponible


¿Tienes una pregunta o una opinión sobre el artículo? ¡Compártelo!

Tu dirección E-Mail no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*
*